Páginas

jueves, 31 de octubre de 2013



Entrevista a Alfredo Romero, helicopterista del Ejército de Malvinas

“La guerra no valió nada”


A más de tres décadas del conflicto del Atlántico Sur, Alfredo Romero, ex - combatiente y héroe de Malvinas cuenta cómo fueron los días de combate, el anécdotas de guerra, y cómo se siente vivir el día a día con tan fuertes recuerdos.


Desde su casa en Ranelagh, el ex-combatiente cuenta su  experiencia en Malvinas




            Una mañana soleada de octubre, Alfredo Romero nos recibió cálidamente en su casa de Ranelagh, localidad del sur del Gran Buenos Aires, en el partido de Berazategui.  Hombre de rasgos duros y mirada profunda, hoy se desempeña como operario técnico, está casado y es padre de dos hijos.  Sereno y con mucha tranquilidad, dando pasos breves, se dirigió hacia su escritorio en total silencio y tomó asiento.  Una misma mañana, hace ya más de 20 años, cuando Alfredo era un joven estudiante, fue convocado a una reunión de comando donde se habían juntado Marina y Ejército, mismo lugar donde le comunicaron la noticia de que iría a participar de la operación “Toma de las Malvinas”.  Alfredo formó parte del primer grupo enviado a las islas, operación que desde ese entonces pasaría a ser un secreto de defensa nacional.  El 27 de marzo se preparó y partió un helicóptero con destino a Calafate, con el fin de brindarle apoyo a la frontera de Gendarmería Nacional.  El helicóptero es embarcado en el rompehielos `Almirante Irízar` y aproximadamente a las 2 de la tarde del día 27, zarpa desde puerto Belgrano hacia rumbo desconocido, lo único seguro era el objetivo `Toma de las Malvinas`, replicó Alfredo con un gesto fruncido mientras hacía memoria y se adentraba en una profunda nostalgia.

¿Cómo se podría ver la guerra desde un punto de vista más humano?
   Humana fue la toma se podría decir, pero la guerra es lo más sucio que hay.  Cuando te hablo de la parte humana, te estoy hablando sobre las tres posiciones en las cuales el ser humano se encuentra en la guerra, qué es lo que le pasa.  La primera es el primer impacto que sufre la persona dentro de la guerra, que es el miedo.  El que te dice que los primeros dos o tres días de entrar en combate no tenía miedo es un mentiroso.  Sí, ese miedo lo ibas superando mas rápido que otros en la medida en como estabas preparado para la guerra.  Después pasa, transcurrido el tiempo, si seguís combatiendo, entras en lo que se denomina en la medicina de guerra, el “estrés de combate”, en el cual superaste el miedo, el miedo te da coraje, y del coraje pasas al otro punto extremo, llega un punto en el cual no te importa si vivir o morir.  A mí me ha pasado personalmente, transcurridos aproximadamente 30 días, ya a fines de mayo, cuando se presento una alerta para salir a bombardear, en vez de salir y con todos los demás cubrirnos en los pozos, salimos rápido y emprendíamos la tarea que a cada uno le tocaba, reabastecer el helicóptero, hacer el mantenimiento, lo que fuese.  Ese punto en el cual te entregás a decir, bueno, si me toca morir que me toque y se acabó, te da lo mismo vivir o morir.

¿Cómo era la vida allá?

   Se entraba en pequeños combates, porque se trató siempre de buscar el rendimiento, sin embargo perdimos al capitán Sciaquino de Marina, que vino a ser el primer héroe que caía en la “Toma de Malvinas”.  Mientras que las bajas inglesas eran cero.  Prevaleció, digamos, resguardar la vida y no atacar a matar.  Eso fue en la toma.  A partir de ahí, se empezó a hacer el despliegue a distintos puntos de la isla, con el primer objetivo de tomar la capital.

Individualmente, ¿Cuál era el sentido que cada uno le encontraba a la guerra, creían que valía la pena estar ahí?
   El sentido nacionalista patriótico era luchar por lo que se creía que era nuestro.  Pero por supuesto, tampoco era el deseo de nadie estar ahí combatiendo, peleando por sobrevivir, teniendo frío y deseando todo el tiempo volver a casa.
No es la guerra, la acción indicada para solucionar este tipo de problemas limítrofes.
 
¿Cuáles son las consecuencias que usted cree que trajo la guerra? ¿Usted cree que valió la pena, todo por lo que se pasó, lo que se hizo, piensa que se consiguió algo?
   La guerra en sí, trajo como consecuencia pérdidas de vida humana de ambos bandos, y me deja como militar, que hay que evitarla, hay que abocarse y poner todo el esfuerzo en la vía diplomática.   La guerra, ¿valer la pena?  No, no valió nada, mirándolo desde cualquier postura no se consiguió nada excepto muertes y sufrimiento.  No obtuvimos nada, porque hay un reloj, en términos militares, el cual marca un objetivo, este tiene diferentes sectores, la aguja puede señalar, tengo poquito, tengo algo, tengo mucho y tengo todo.  Y por la experiencia que tuvimos en Malvinas, ¿qué es lo que hoy tenemos? Nada, se puede decir que no obtuvimos nada.  

"Nuestros superiores siempre mantuvieron la aguja en querer todo.  Mientras que pudimos haber tenido algo, poquito".

¿Cómo fue su experiencia siendo helicopterista? Me imagino que debe haber visto mucho…
  Francamente, conocí todas las Malvinas debido a que el helicóptero era una pieza fundamental para los traslados de víveres, municiones, personal, heridos y muertos.  Este a la vez era un trabajo que presentaba varias dificultades, como los vehículos se empantanaban en el terreno malvinense, los helicópteros tenían muchas dificultades para avanzar, para unir punto con punto de diferentes lugares donde estaban las unidades desplegadas dentro de Malvinas.  Las partes que a mí me quedaron mas marcadas y las que los primeros días me hicieron muy muy mal, fueron sobretodo la recuperación de heridos, y hasta pedazos de cuerpos, porque había soldados que murieron por efecto de una granada, de una munición de camión, y me han entregado en una bolsa un torso, nada más, sin pies, manos, ni cabeza.


El después de la guerra...


Una vez terminada la guerra, cuando volvió a su casa, ¿Cuál fue el sentimiento que tuvo?
  Se acabó todo.  Era una gran sensación de impotencia.  Reconozco el tema de que la rendición fue dura, triste, pero a la vez hay que entender por qué se rindió en ese momento el general Menéndez; si hoy podemos estar charlando, es porque con esa rendición resguardamos la vida de aproximadamente 3.000 personas.  Prevaleció la vida antes que el combate.  Todavía el día de hoy se escucha mucho acerca de los ex combatientes que no se escondieron, porque a pesar de la derrota, tenemos el orgullo de haber representado al argentino, desde el niño, al maestro, el doctor, el ingeniero hasta el presidente, lo hemos representado con nuestro uniforme y nuestra bandera.  Con valor y heroísmo.
¿Tiene algún mensaje para el que lea esta entrevista?
   Que se evite por todos los medios una guerra, que siempre aunque nos cueste un tiempo, noches, días, horas, minutos, segundos, logremos el objetivo a través de la diplomacia, no a través de las armas. 
            Es hasta el día de hoy que Alfredo afirma llevar una vida “casi normal”, le llevó mucho tiempo cerrar heridas, recuerdos, angustias, cerrar visiones y audiciones de lo que fue la guerra.  Todavía hoy, una tormenta fuerte, la explosión que hace un rayo al hacer en la tierra, lo conmueve y le produce instantáneamente un regreso a su inconsciente, está durmiendo y se estremece, salta, y esas son secuelas.  Concluyó: “Creo que al final somos humanos, y a través del diálogo nos vamos a entender”.

 
- 27 de marzo: llamado a comisión teórica.  Se prepara un helicóptero con destino a Calafate, con el fin de brindarle apoyo a la frontera de Gendarmería Nacional.  La orden de vuelo decía pasar previamente por Bahía Blanca y seguir las instrucciones.  Aterrizaje en Bahía Blanca, los soldados pasan la noche en la base aeronaval.
- 30 de marzo: la Junta militar ordenó la puesta en marcha del operativo, fijando como fecha de ejecución el 1 de abril.  Los efectivos que tendrían a su cargo la ejecución de este plan eran la Flota de Mar, Aviación Naval, el 2° Batallón de Infantería de Marina, Regimiento de Infantería 25 del Ejército Argentino y aviones C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina, bajo el mando del Almirante Carlos Busser. 
- 2 de abril: se realizan vuelos desde el rompehielos “Almirante Irízar” hacia el portaviones “25 de mayo”, en el cual había una coordinación de la “Operación Rosario”, nombre con el que se denominó la operación de Malvinas.  Desembarco de tropas desde el portaviones del rompehielos y cabecera de playa en el lugar.



Vidal María Florencia










No hay comentarios:

Publicar un comentario